El tercer día de mi búsqueda comenzó bastante mal, tuve que
refugiarme en una gruta natural porque comenzó a llover, luego de recorrer con
mi vista el refugio asegurándose que no había (al menos a la vista) alguna víbora
o insecto que representara algún peligro para mi persona coloque la mochila
sobre una roca y me senté en posición flor de loto a meditar, mi respiración se
hizo mas serena y me invadió una gran paz; como quizás nunca la había experimentado.
Concentre la mirada en un punto del horizonte y comencé a recitar
un Mantra.
De pronto sentí que esa búsqueda se tornaba para mí en algo mucho más
importante que el simple hecho de buscar un hombre, porque estaba comprobando algunas
fortalezas propias en mi personalidad que desconocía.
(continuara)
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